«Sobre su espalda desnuda las cicatrices se abultaron ligeramente, se ensancharon y se
rasgaron. Unos raigones negros sedosos y húmedos, similares a la
piel de un polluelo recién nacido, brotaron de las aberturas,
crecieron y se ramificaron a ambos lados de sus omóplatos, sobre sus
hombros y bajo su cintura. Las finas hebras oscuras fueron
expandiéndose, secándose y endureciéndose, adquiriendo poco a poco
la apariencia de plumas,
brillantes y hermosas como el terciopelo negro. Alas negras, enormes,
perfectas…».
Bellísima visión de los elegidos plasmada por Mar Espinosa; si pincháis en el nombre, encontraréis otras muestras de su talento en su blog.
Quienes habéis leído «Para extender las alas» y os habéis quedado con ganas de saber más, aprovechad que «Con la vista al cielo» está completa.
¡Gracias, Mar!
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